Los eventos del presidente de la república o la vice presidente, se vuelven una pasarela de dirigentes perremeistas, con protocolo = 0.
Las obras siempre se entregan a los administradores de la ciudad, no importa si incluso, es del partido contrario.
La presencia incorrecta del candidato del partido para las próximas elecciones y hasta el gobernador del Faro a Colón, además, lo lejos que del propio presidente está el alcalde, desnuda el infantilismo protocolar que ha caracterizado los eventos presidenciales que podrían incluso ser solo la punta del iceberg de otros comportamientos necesarios que demuestran la sacrosanta palabra: ORDEN.
De evento en evento se repite la misma historia. Dirigentes del PRM incursionan de forma casi irrespetuosa para figurear o dar a entender que «están cercanos» al primer mandatario, mientras los manuales nivel kinder de protocolo elemental seguro yacen en los rincones de quienes al parecer saben qué hacen y solo producen risa o peor, ridículo.
El no comportamiento correcto de los tópicos de protocolo, por desgracia, hacen quedar muy mal parado al presidente de la República quien ojalá no tenga tiempo para ver el desastre de fotos de los eventos que, en teoría, servirían eventualmente para su reelección.
